Reseña de Temporada de Huracanes, la nueva novela de la escritora mexicana Fernanda Melchor.
En mi personalísimo decálogo de lector cuento con una regla: los malos libros se abandonan. A ésta, habré de agregar un nuevo inciso: a los nuevos buenos autores se les lee con el doble de atención. De nada sirve examinar con ojo hipercrítico a aquel autor cuyos textos dejan ver deficiencias que uno supone insuperables. En cambio, cuando se encuentra a un novel escritor que llega a emocionar, conviene abrir los ojos y leer con toda atención y detenimiento, reflexionar sobre las páginas leídas y llegar a definir qué es eso que nos ha exaltado y, si lo hay, qué es lo que no nos ha terminado de convencer en el mismo texto.
Temporada de huracanes (Random House, 2017) de Fernanda Melchor es una novela cuyo punto de arranque es la muerte de una bruja en un pueblo del costero estado de Veracruz. Sin embargo, y a pesar del primer y penúltimo capítulo que pretenden enmarcar la novela con este suceso, esta no es una novela sobre brujas. Melchor utiliza este disparador trágico para narrar la vida de el Luismi, un adolescente promedio de la realidad mexicana: un joven sin escuela, sin trabajo, forjado en una cultura machista y misógina, dentro de una familia no tradicional y a un centímetro de la delincuencia. Y utilizando esta historia como excusa, la autora construye una brillante novela que reflexiona sobre la masculinidad, sus exacerbaciones, contradicciones y su toxicidad en una sociedad tan machista y misógina como la nuestra.
Nuestro repudio generacional hacia el spoiler me impide revelar partes de la trama que explicarían esta tesis. Sólo pido que el lector recorra con especial atención las escenas donde se explica el apodo del protagonista o aquella donde el mismo rescata a Norma y en ella cree encontrar una forma de la salvación. Además de estas partes de la trama, toda la novela contiene elementos que exponen (y al nombrarlos, los critica) el mundo machista de sus personajes: el preso matricida, la relación de el Luismi con su abuela y primas, los deseos ocultos de Brandon, la infancia de la propia Bruja.
Siguiendo una larga tradición de escritores que han funcionado como documentalistas de su época, Fernanda Melchor plasma en su libro a un pueblo (el mexicano y en específico el del estado donde gobernó el criminal priísta Javier Duarte) en total decadencia. En la novela aparece un funcionario de la compañía petrolera estatal, un grupo de policías torturadores y corruptos, una adolescente abusada y embarazada. Y sí, aparece el narco, pero no como parte del argumento central. Sin embargo, esto es señal de que Melchor, a diferencia de otros autores que la acompañan en Bogotá39, no hace oídos sordos de la realidad y noticias (al parecer la misma novela se originó a partir de una noticia de nota roja) que cualquier mexicano puede leer cualquier día.
Las páginas de Temporada de Huracanes contienen elementos atractivos e impactantes: asesinato, pedofilia, tortura, aborto, hechizos, sicarios, sodomía, etc. Sin embargo no son la trama ni los personajes quienes ejercen el protagonismo del texto. En Temporada de Huracanes Melchor ha creado un narrador violento, arrasador, extenso que roba las palabras a los propios personajes para levantarlas y revolverlas a lo largo de todo el libro. Un narrador no exento de humor, que usando el principio del tío Charles de Joyce se contagia de la personalidad y léxico de cada uno de los personajes a los que retrata:
….La verdad es que la pinche vieja estaba bien buena, bien sabrosa, y se ven que en el fondo le había gustado, por cómo se retorcía y chillaba mientras se la cogían, si todas son una putas en este pinche pueblo rascuache, dijeron, y no faltó, porque nunca falta, como bien sabía la Sarajuana, un cabrón que se ofendía de que dijeran que La Matosa era un pueblo rascuache y se las hizo de pedo y se les fue encima…
Sobre esta segunda novela de Fernanda Melchor, el escritor Yuri Herrera ha comentado: “No sólo escribe con la potencia rabiosa que le reclaman los temas que ha decidido investigar, sino que en cada página muestra un oído y una agudeza pocas veces vista en nuestra literatura”. Sin embargo, a mi parecer el narrador de Melchor no alcanza a concretar la creación de un mundo totalmente autónomo, que se sostenga fuera de la realidad que lo inspiró. En su propia primera novela, el mismo Herrera dice:
El Artista se permitió sentir esa potencia… ….la maña con la que desprendía las palabras de las cosas y creaba una textura y un volumen soberanos. Una realidad aparte.
Y en Temporada de Huracanes las palabras continúan muy cercanas a las cosas que describen.
Casi al final del libro hay un guiño a la atmósfera de Pedro Páramo. Cuando las voces del pueblo intentan explicarse los atroces sucesos que han ocurrido y se preguntan quién es la bruja. “Un dolor punzante que se niega a disolverse”, se responden, haciendo eco de aquella descripción de Pedro Páramo: “un rencor vivo”. Pero en Temporada de Huracanes, esta respuesta no se sustenta en las páginas del libro. El mundo de la Bruja es apenas un instante en la avasallante tormenta desatada por Melchor. Querer envolver toda la trama en la fuerza que una figura como una Bruja puede evocar, me parece más un antojo autoral que un recurso pertinente aprovechado en su totalidad.
Afortunadamente estos señalamientos son apenas diminutas notas al pie en una novela que con justicia ya ha alcanzado amplio reconocimiento y en donde el lector encontrará una historia perdurable contada por una narradora con un manejo cada vez más sólido de su amplio catálogo de recursos.
Fernando Galicia
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