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Estas Aquí: Hogar / Autores / Dos poemas de Gary Soto

Dos poemas de Gary Soto

Por Isabel Zapata

Gary Soto es un poeta y novelista chicano que nació en Fresno, California, en 1952. Sus poemas me gustan porque surgen de la observación de la vida diaria y la arquitectura de la memoria. La calidad de su voz poética está justamente ahí: Soto celebra la inocencia de sus personajes sin dejar de lado el mundo real en el que sus experiencias suceden. Para hoy traduje dos poemas suyos que me gustan mucho. ¡Buen martes!

Las cosas funcionan así

Hoy vivir nos va a costar veinte pesos.

Cinco de la pelota, cuatro del libro,

otros más por el café y el pan dulce,

el pasaje del camión, resina para el violín de mamá.

Estamos cumpliendo nuestro deber. La propina

que le dejé a la mesera se filtra como la lluvia

y alcanza las raíces de un niño pequeño

o tal vez a un gato latoso que no va a soltar

el calcetín hasta que alguien le dé de comer.

 

Hasta donde yo sé, hija, las cosas funcionan así:

Tú compras pan en la tienda o una bolsa de manzanas

en el puesto de fruta y esas monedas sirven

a otros para comprar lápices, pegamento,

boletos para ver una película que haga reír.

Si compramos un pez, alguien se prueba un sombrero.

Si compramos crayolas, alguien llega a casa con una escoba.

Una propina, cualquier cosita aquí o allá,

y así las cosas siguen marchando. Eso creo.

 

Naranjas

Yo tenía doce años la primera vez

que caminé con una chica.

Hacía frío y llevaba el peso

de dos naranjas en mi chamarra.

Era diciembre. El hielo se partía

bajo mis pasos, mi aliento

helado, mientras caminaba hacia

su casa (la que tenía una luz amarilla

en el portón prendida día y noche.)

 

Un perro me estuvo ladrando hasta que ella

se acercó quitándose los guantes,

la cara rojo brillante. Sonreí,

le toqué el hombro y así caminamos

varias calles, cruzamos un estacionamiento

una línea de árboles recién plantados

hasta que llegamos a la farmacia.

Entramos y tocamos la campanita

para llamar a la vendedora. Yo

le pregunté a la chica qué quería

y y se le iluminó la cara. Yo traía

un peso pero el chocolate

que ella escogió costaba cinco.

No dije nada. Saqué la moneda

de mi bolsa, luego una naranja

y  puse las dos cosas en el mostrador.

La señora lo entendió todo y

se me quedó viendo. Yo

intenté sostenerle la mirada.

 

Afuera

los coches pasaban rapidísimo

y la niebla seguía colgando

de los árboles como abrigos viejos.

La chica y yo caminamos

tomados de la mano durante

dos cuadras, luego nos detuvimos

para abrir el chocolate.

Yo pelé una naranja que se veía

tan brillante en lo gris de diciembre

que a la distancia parecía que

estaba haciendo fuego con las manos.

 

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Isabel Zapata

Nació en la Ciudad de México en 1984. Estudió la licenciatura en Ciencia Política en el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) y la maestría en Filosofía en la New School for Social Research. Es poeta, traductora, editora y antílope.
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